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Fotos: Servando Valero
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Magritte y Le Corbusier en Punta del Este



Por estos días en Uruguay se están llevando a cabo muestras de excelente nivel, como la de Lecorbusier en la fundacion Pablo Atchugarry de Manantiales, ahora se suma esta excelente muestra del pintor Belga Rene Magritte, en el museo Ralli de Punta del Este.
Son 24 grabados originales del artista que estaban hasta ahora guardadas por la Organización Ralli y se exponen por primera vez. Magritte es presentado por el Ralli como un famoso artista conocido por sus ingeniosas y provocativas imágenes, quien pretendía con su trabajo cambiar la percepción precondicionada de la realidad y forzar al observador a hacerse hipersensitivo a su entorno.






Lo interesante de esta muestra es que abarca un extenso período de la vida de Magritte y de su producción artística. Incluye desde La belle captive de 1931, pasando por Golconde (1953) y Le fils de l`homme (1964), hasta Le dernier cri del mismo año de su fallecimiento. Magritte era un excelente grabador, esta exposición abarca un período de casi 40 años de su pintura, por lo que en la muestra se puede ver una secuencia cronológica muy interesante de cómo la obra va cambiando.

La muestra se exhibe con entrada gratuita como es tradicional en ese museo, permanecerá abierta al menos toda esta temporada y quizás también la próxima, este museo se encuentra en el Barrio Beverly Hills, Punta del Este. Abierto de martes a domingo de 17 a 21.
Fundada por Harry Recanati, la Organización Ralli fue la primera en el mundo en establecer museos en varios
países, el primero de ellos en 1988 en Punta del Este. Actualmente hay cinco, incluyendo al de Uruguay. Los restantes están en Marbella, Santiago de Chile y dos en Israel. (fuente: diario EL PAIS)











Publicado por: es.paperblog.com

Carta de un amigo feliz

Querido amigo:
Hoy puse en movimiento el mar, formé una a una las olas que desarmé casi inmediatamente. Hice bailar a la arena de la playa dando giros y elevándola para aterrizar suavemente sobre si. Cantaron mi canción las gaviotas, puse a soñar al gran lobo marino del puerto. Vi triste al vendedor de pasteles y le mandé una familia dominguera. Recorrí la vida entera de los pescadores y llegué hasta su muerte; no me gustó y la cambié. Seguí caminando. Llegué al final de la tarde donde el sol se ponía sin una nube que coloreara el crepúsculo, asomé una tormenta para llenar de rojos el horizonte. Desaté una nube que llegó hasta aquí con una llovizna que dio tiempo de refugiarse a todo el que quisiera; bajo el techo del kiosco de los helados observé la caída ruidosa de un chaparrón. La arena se aprisionó para la caminata del anochecer; cumplidas mis órdenes la nube desapareció.
Con las últimas luces la playa estaba sola y casi hermosa. Encendí el ladrido de su perro, presagiándola. Caminábamos los tres bajo la claridad de la luna junto al bravo mar, llegó hasta mí con su vestido claro y pasó a mi lado con su rostro ruborizado.
La Mano que yace enterrada en la arena mudó su grito de auxilio y me levantó el pulgar.

Un abrazo:
Tu amigo siempre.

Eladio Camejo
Mutilada la frente fatigada, mientras su esencia descarga su mirada a lo blanco.
Muerte
a
esas
neuronas


Descargada la mirada a lo blanco.

¿Perdurará lo único?



El espectro indiferente
en su coraza insipiente
a si mismo
se
miente
y triunfante e incoherente
derrite los segundos que desnudan a su muerte.

La cabeza tritura su cerebro contra las astillas vidriosas masticadas por perros de papel.

La lucidez muere.
El talento besa la despilfarrada superficie de la pared que odia.


Prolifera la penetración de vaguedades elucubres.

Las vaguedades elucubres son las madres promiscuas de la poesía.
La poesía en su ser
vomita
ideas golosas
que
devoran neuronas suicidas.


El poema
se alimenta de su par,
lo mastica,
lo
saborea.

Poemas que comen poemas.
Así como los parásitos que convierten en oro todo lo podrido, los poemas se vanaglorian de comerse entre sí;
son poemas golosos, heliogabalísticos.
Poemas que hipnotizan y que torturan
Poemas que me hacen llorar.




Después de todo, ¿que son los poemas? No son mas que las sombras de perros jadeantes, aburridos, pervertidos, dignos de las peores calumnias, dueños de ese deseo podrido que goza de atrocidades enfermas que queman el aliento aun virgen de la inocencia penetrada por la lanza de lo inútil.
Viven encerrados en jaulas de papel,
creen ser los dueños de la elocuencia, de la profundidad, de la belleza, de la verdad, ¡odio a los poemas! Muerte y vida al poema vago, que miente que nunca renace, que envuelve, que escupe ironía, pervertido rico e insano, ¡lo amo!!
Digo perros, porque los perros son esclavos e hijos del poeta, el poeta falaz, ese, que cree dominar la exquisitez de las palabras, inmundicia pura que lo envuelve en una orgía masiva de anagramas incoherentes.

Augusto Coronel

El viaje

Me despido, digo adiós y luego parto.
Sé que en algún sitio me espera una mujer desnuda y hecha un ovillo. Tengo dedos de atardecer, recorreré con ellos, lentamente, la línea de sus piernas. Seguro murmurará, pero no va a despertar.
También sé que el viaje es largo.
El tipo del callejón, aquel al que sólo le pude distinguir un ojo y la brasa de un cigarro, aún me vigila como en aquella oscuridad. Se aparece en algunas nubes, en esas que van renunciando al violeta y desde allí, me mira. Surge silencioso durante algunas cuadras, en cada uno de los perros babeantes y ruidosos que me ladran, y desde allí, también me mira.
El viaje, en algún tiempo, con un remo roto tal vez, con la niebla y la brisa y los recuerdos arrugándome las sienes, dirá: “bájate
Luego, en aquel bar perdido, si la luna no me seduce, le contaré sonriendo a ese vaso de vino, que por quién sabe qué razón medio mentirosa, en verdad… vale la pena estar vivo.

H. H. Sandín

Erupciones

Un orgasmo de fuego que se gesta
en matriz de roca blanda que se apura
rompe rubicundo rojas testas
que pisaban los pies cual roca dura.

El signo sale del seno que es verga
de bergantín lanzado a la bartola,
lengua de magma convertido en jergas
fusionándose, como Edipo, en olas.

Líneas rojas se derraman del tintero
de siempre y de mañana todavía,
textimonios del boleto de viajero.

Esos tubos multiétnicos que humean
son las caras de Vulcano en estos días,
son los penes con que mata madre Gea.

Fernádez de Palleja

El testigo

Pienso en las súplicas de los condenados,
que pasaron y pasarán para ser crucificados,
en un delirio de muerte y pasión,
en una tenebrosa noche sin luna,
que oculta la luz e invade las tinieblas.
Que trae consigo la lujuria.
La encarnación de un ser muerto,
que vuelve a vivir en su prisión.
Y malévolamente, el búho observa,
está en esta Tierra quien sabe por qué.
La noche silenciosa presente,
el caminar de aquellos pasos, y las huellas que dejaron…
Trizas de pensamientos que invaden recuerdos,
que no son merecedores de ni siquiera tenerlos,
que están por estar o solo para estorbar.
Y perspicazmente se escuchan pasos.
El viento silba, los árboles, los gajos,
un eco de muerte invade la Tierra…
El búho, mira sin cesar, sus ojos lo revelan,
ella está cerca, el silencio invade…
La muerte se asoma, se siente su presencia.
Y en un último instante desiste…
Solo pasa y deja miseria…
Miedo y terror, mientras el búho… contempla.

Nancy Miraballes
Querido amigo:

Entristece el alma observarte, amigo. Duele hacer el camino de vuelta oliendo tu inapetencia, sentado junto a tu historia de anhelos cumplidos frente al televisor y de sueños interrumpidos por cortes de luz que aniquilaron la magia.

No sé como decirte para que entiendas cuánto duele beber casi juntos este vino que no es alegría ni olvido, en este bar donde triunfa la desconfianza y crece lento pero crece y se hace inmenso el pasado. Duele y duele mucho ver que ya solo seas pasado y que el camino ya solo sea de regreso. Por qué te cuesta tanto levantar la vista y mirar de frente al horizonte que nos sigue esperando y que no nos olvida.

Tengo mucho miedo, amigo. No quiero volver a estrellar mi vaso en tu cuerpo y que te destroces en mil pedazos. No quiero volver a quedarme solo con esta tristeza que viene creciendo lento, pero creciendo y ya es inmensa.

Un abrazo.
Tu amigo siempre.
Confundido siempre.

Eladio Camejo
El verso de mí mismo va en un hongoq
ue se estira hacia los soles de café,
soy espora de una espora de una espora
del Big Ben original que trazó el rumbo.
El ping pong de la big band es acordeón
de rítmico rugido de tránsito rojizo,
big bang de un inadvertido yin yang
que se quita la ropa y luego se la pone.
El derecho a ser yo mismo es un hongo inexpugnable
que hace fintas al azar
sólo bajo estas premisas:
la muerte es el ladrillo de la vida,
el gris es el portland de los jardines de infantes,
Caeiro era un hongo inexplicable
y las joyas siempre están hechas de sesos.

Fernández de Palleja
Pienso y creo que estoy lloviendo.
Que estoy lloviendo y que estoy solo y acompañado.
Porque para llover hay que estar soloy sólo se llueve acompañado.

Hay gente a mi alrededor.
Sus conversaciones difusas
son como un murmullo
como muchos murmullos girando y girando.
Son como un viento,
un vientito que empuja y me ayuda a llover.

Y entonces, lluevo y lluevo.Voy lloviendo con furia.
Con cierta furia paciente.
Lluevo como los besos suaves, húmedos y apretados
que sólo saben dar los amantes.

Y así, solo, lluevo…lluevo…
con el alma furiosa de la gente,
con el gusto de los besos olvidados.

H.H. Sandín
hoy
esta noche
ahora
sería suficiente
que estuvieras
tenerte
mirarte
sería suficiente
que dijeras algo
algo
cercano al amor
sería suficiente
pero no
no

Líber Mendizábal

Feé Verte

¡Oh amada mía!, ¿es el reflejo de tus ojos la viva reconstrucción póstuma de tu epitafio? ¿Acaso el sereno invernal se privaría de abrazar la fría roca con su manto? -reflejo de tu alma-. ¡Ah! Tus ojos impostores, una vez terratenientes ajenos al mal y ahora infectos parásitos amorosos. Esa mirada esmeralda me recuerda a una quimérica medusa -cruel-, ojos bosquesinos les llamaba yo, ese bosque donde en sus senderos mi esperanza se perdió tantas veces (cuan idiota). Tus petulantes fantasías de amor, tus eternos traumas y complejos que en la sangre de este servidor supiste inocular. ¿Alguna vez realmente deseaste redención? ¿O fue acaso tu viciosa adicción a la teatralidad y a la búsqueda de una ovación sentimental? Siempre tuviste un don, sabias germinar el dolor sin duda pero solo hasta esa instancia (afortunadamente) ya que a pesar de presumir una luciferina maldad inherente no eras mas que una delicada muñeca de porcelana -resquebrajada-. Debí creerme Frankeinstein (Dr.) para querer coser nuestras almas -experimento fallido de monstruosos resultados-. Tú y tú exuberante caminar trae a mi mente la proyección de tu sombra la que en algún momento -pienso yo- han de haber intercambiado lugares, ya que no eres mas que la sombra de una sombra de lo que solías ser. Hoy sé, yaces vacía aunque lo enmascares con fantasías; como un árbol caído que sin raíces no se nutre ¡como un árbol caído que sin raíces no se nutre y se pudre! Nuestro dizque romance evoca al ajenjo y el hachís, la Artemisa amarga y el polen, la adicción a tu morfinomano cuerpo y la embriaguez de tus ponzoñosos besos farisaicos. La verborrea romántica vomitiva que vertías en mis oídos como rutina hipócrita de tu esplín bulle hasta el día de hoy mis vísceras. Es tu vientre el que hoy desprecio, eran tus egos las celestinas que abogaban por el placer, ¡paupérrimo intento de mujer!. Siquiera cortesana mas bien una vulgar fulana, tu alma vale peniques, lasciva fruslería. Mesalina impertinente y fútil, nunca obtendrás mi amnistía. ¡Pero miradme! aun eres musa para mi pluma que lacerante se desliza sobre el papel para criticarte y hacerte fenecer -poeticamente-. Ya no llevo el velo enceguecedor del amor, esa mera ilusión. Ya no te quiero, ya no tienes perdón, solías tejer en ondulantes movimientos de pasión fingida, toda tu hipocresía ¡eras mi actriz favorita!, entre sabanas desfasadas tus lánguidos labios bebían mi simiente ¡oh tus ojos, como mienten!

Christian Ferreira