Transformación

El café era realmente acogedor. Luces tenues, mucha madera en la decoración, un fuego. La pareja se demostraba su amor en la medida que era posible dado el local. Pensó él que no estaría nada mal que el lugar se fuera adaptando a sus deseos. Y éstos empezaron a verse cumplidos. Las sillas se hicieron sillones y éstos se fueron haciendo cada vez más mullidos. La gente empezó a desaparecer y la música a atenuarse. Supo que todo conducía a la consumación del ardor. Advirtió que todo fluía según su gusto y pensó que por qué no perder unos kilos y ganar mejores facciones. Casi al mismo tiempo, la mujer se hizo más perfecta. La transición fue tan fácil que los amantes, en pleno abrazo amoroso, nunca sospecharon haber sido alguien que no está en una película. Mucho menos imaginaron que la transformación hubiera empezado en un duro suelo, bajo las rodillas de un cura.

Fernández de Palleja

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