El verso de mí mismo va en un hongoq
ue se estira hacia los soles de café,
soy espora de una espora de una espora
del Big Ben original que trazó el rumbo.
El ping pong de la big band es acordeón
de rítmico rugido de tránsito rojizo,
big bang de un inadvertido yin yang
que se quita la ropa y luego se la pone.
El derecho a ser yo mismo es un hongo inexpugnable
que hace fintas al azar
sólo bajo estas premisas:
la muerte es el ladrillo de la vida,
el gris es el portland de los jardines de infantes,
Caeiro era un hongo inexplicable
y las joyas siempre están hechas de sesos.

Fernández de Palleja

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