Medusa implacable en tus ojos habita el abismo,
es tu boca la glándula venenosa que calla y otorga.
Tus poros claman la sangre ¡alquimia del dolor!
sagradas escrituras en sus páginas no albergan el perdón.
Se evaporo de tus escamas la inocencia
erigiste el monumento a la decadencia.
Tus garras las apócrifas mentiras
que en insulsos oídos vertías.
Pilares de sal a tus pies en un tiempo olvidado
demarcaron el camino transitado.
Te perdiste en laberintos enmohecidos en fantasías
te fascinaste en tu propia oligarquía.
Los egos devoraron tu humanidad ¡desvanecieron tu alma!
las virtudes huyeron ágiles en celeridad y se llevaron la calma
Ya en tu corazón no habita ni ella, ni el amor, ni la esperanza,
solo quedaron los acordes marchitos de una canción de venganza.
Esperas en un muelle el regreso de un barco que nunca zarpó,
tenía como destino una isla a la que el amor nunca conoció.
Las raíces pútridas se dejan vencer por la gravedad
así como todo lo que recae en tus ser, agobiando tu voluntad.
Segregan los labios hipócritas una verdad mentirosa,
de lo que te digan no creas nada, de lo que veas … solo la mitad.
La fragancia nauseabunda ahoga el jardín de rosas
y tus pecados se congregan ante la necesidad.
Al altar de tu perdición alabanzas otorgan los perdidos deseos de almas vagabundas
que no encontraron destino en Hades o el Infierno, Purgatorio o el Cielo.
Esos que en tus ojos de quimera cayeron maldecidos,
esos que dentro de ti están perdidos.
Christian Ferreira
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