“El azar es un Dios. Deseo corregirlo, pero no puedo. No se puede corregir a un Dios”
M M V
El ocaso relincha Los cardos agresivos fluctúan en geranios Pura roca fibrosa Licencia de una tribu que fastidia la luna
Que apacienta la claridad más vasta en aguas amarillas
Hembras en su recato, lucen grupas ardientes Dios acuchilla el monte por detrás de los álamos Yo, entrevero los rostros de las caras gastadas
Enferma de una sílaba tan dulce como el labio, acomodo los días que arrincona la sombra Con sangre, mucha sangre de sol adormilado
Ya retornan las aves Llegan, a picotear los ángeles
A sacar una bala del ombligo caliente A salivar arena
María Meleck Vivanco
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