Mutilada la frente fatigada, mientras su esencia descarga su mirada a lo blanco.
Muerte
Muerte
a
esas
neuronas
Descargada la mirada a lo blanco.
¿Perdurará lo único?
El espectro indiferente
en su coraza insipiente
a si mismo
se
miente
y triunfante e incoherente
derrite los segundos que desnudan a su muerte.
La cabeza tritura su cerebro contra las astillas vidriosas masticadas por perros de papel.
La lucidez muere.
El talento besa la despilfarrada superficie de la pared que odia.
Prolifera la penetración de vaguedades elucubres.
Las vaguedades elucubres son las madres promiscuas de la poesía.
La poesía en su ser
vomita
ideas golosas
que
devoran neuronas suicidas.
El poema
se alimenta de su par,
lo mastica,
lo
saborea.
Poemas que comen poemas.
Así como los parásitos que convierten en oro todo lo podrido, los poemas se vanaglorian de comerse entre sí;
son poemas golosos, heliogabalísticos.
Poemas que hipnotizan y que torturan
Poemas que me hacen llorar.
Después de todo, ¿que son los poemas? No son mas que las sombras de perros jadeantes, aburridos, pervertidos, dignos de las peores calumnias, dueños de ese deseo podrido que goza de atrocidades enfermas que queman el aliento aun virgen de la inocencia penetrada por la lanza de lo inútil.
Viven encerrados en jaulas de papel,
creen ser los dueños de la elocuencia, de la profundidad, de la belleza, de la verdad, ¡odio a los poemas! Muerte y vida al poema vago, que miente que nunca renace, que envuelve, que escupe ironía, pervertido rico e insano, ¡lo amo!!
Digo perros, porque los perros son esclavos e hijos del poeta, el poeta falaz, ese, que cree dominar la exquisitez de las palabras, inmundicia pura que lo envuelve en una orgía masiva de anagramas incoherentes.
Descargada la mirada a lo blanco.
¿Perdurará lo único?
El espectro indiferente
en su coraza insipiente
a si mismo
se
miente
y triunfante e incoherente
derrite los segundos que desnudan a su muerte.
La cabeza tritura su cerebro contra las astillas vidriosas masticadas por perros de papel.
La lucidez muere.
El talento besa la despilfarrada superficie de la pared que odia.
Prolifera la penetración de vaguedades elucubres.
Las vaguedades elucubres son las madres promiscuas de la poesía.
La poesía en su ser
vomita
ideas golosas
que
devoran neuronas suicidas.
El poema
se alimenta de su par,
lo mastica,
lo
saborea.
Poemas que comen poemas.
Así como los parásitos que convierten en oro todo lo podrido, los poemas se vanaglorian de comerse entre sí;
son poemas golosos, heliogabalísticos.
Poemas que hipnotizan y que torturan
Poemas que me hacen llorar.
Después de todo, ¿que son los poemas? No son mas que las sombras de perros jadeantes, aburridos, pervertidos, dignos de las peores calumnias, dueños de ese deseo podrido que goza de atrocidades enfermas que queman el aliento aun virgen de la inocencia penetrada por la lanza de lo inútil.
Viven encerrados en jaulas de papel,
creen ser los dueños de la elocuencia, de la profundidad, de la belleza, de la verdad, ¡odio a los poemas! Muerte y vida al poema vago, que miente que nunca renace, que envuelve, que escupe ironía, pervertido rico e insano, ¡lo amo!!
Digo perros, porque los perros son esclavos e hijos del poeta, el poeta falaz, ese, que cree dominar la exquisitez de las palabras, inmundicia pura que lo envuelve en una orgía masiva de anagramas incoherentes.
Augusto Coronel
2 comentarios:
Como que al final el enunciador se lee a sí mismo, se analiza, se valida y se invalida.
Exacto.
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