Primavera en el quinto piso

Hemos sepultado los días,

hemos escrito con barro

los nombres en nuestros cuerpos.

Deleitados presagiábamos la caída,

displiscentes contemplábamos las luces,

la ciudad dormida a nuestro alrededor.


El deseo nos mordía la madrugada en nuestras bocas.


Estábamos de pie sobre nosotros mismos.

Estábamos

a sólo un latido de corazón de distancia.

Estábamos

buscando cualquier sinónimo olvidado

en los cuerpos de dos moribundos.

Quisimos tallar el alba en nuestros ojos,

quisimos tanto.


Precipitados al fuego caímos

desterrados de un Edén en ruinas.

Nosotros fuimos el fuego

el Edén

las ruinas

los espectros famélicos

en la penumbra de los vivos.


Paulo Roddel

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