La mujer que estaba en la barra

La mujer estaba en la barra. Tomaba sola. Tenía campera de cuero, cejas negras y un escote que sugería tetas chicas y suaves. Mi primera novia se había llevado la ilusión. Compré una cerveza y el diálogo corrió como si bajara garganta abajo. Mi segunda novia se había llevado mi capacidad para recordar fechas de cumpleaños. La conversación estuvo buena y nos dimos los respectivos correos electrónicos. Mi tercera novia me había quitado la inocencia con respecto al trato con las suegras y parientes. Sentí nacer en mí las ganas de verla. Mi cuarta novia me había hurtado la capacidad de no gritar. Nos encontramos, conversamos y nos besamos. Mi quinta novia se había ido con las ganas de dormir con alguien. Nos desnudamos, nos abrazamos. Mi sexta novia era responsable por el agotamiento de mis lágrimas. Mi séptima novia estaba arriba y no pude evitar eyacular. No lo notó y continué con aquello, para que ambos arribáramos a buen puerto. Me sentí temblar de nuevo. El mayor placer que yo hubiera experimentado mojó las sábanas, las paredes, el techo, el aire. Se llevó mi cuerpo y todavía me queda lastre por echar.



Fernández de Palleja

No hay comentarios: