Boliches en agosto en Maldonado (día dos)

En el día de ayer tuvo lugar en Jazz Café la Segunda Jornada de Boliches en agosto, versión fernandina. Ante la ausencia de Da Silveira (enviado especial de RRR al exterior en cobertura de la fiesta en honor de la Virgen de Urkupiña en Quillacollo, Bolivia) la gerencia editorial depositó en quien suscribe la homérica tarea de traducir a palabras lo acaecido sobre la calle Ledesma. Si el buen Rodney me hubiese advertido sobre lo complejo de la tarea, habría dado parte de enfermo, no por el goce personal que lo fue por momentos en grade sino por el cúmulo y la varieté de fenómenos suscitados.
El presentador, curado de espanto, comenzó de una manera más diplomática, bisexual o bigenérica o kirchnerista, aunque por la repetición de situaciones similares ya se aproxima a Fagúndez (personaje encarnado por Pinocho Routín) con menos gracia.
Se dieron cita en lugar tres poetas de quehaceres distintos, de ropajes distintos, de planetas distintos y de performances distintas: Juan Ángel Italiano, Marcelo Mediza y Jorge Montesino.
Alguien dejó correr el rumor de que la presencia del Luis Pereira se debió al orden de los poetas: IMM. Rumor farandulero que cobró vigor luego de los saludos y agradecimientos de Italiano.
Como nota personal, diré que me causaba curiosidad la posibilidad de una oleada de barrabravas paraguayos, no solo por la presencia de Montesino sino por el curioso descubrimiento de José Luis Félix Chilabert Jr, hijo del portero guaraní que responde al mismo nombre, sentado en un rincón, intentando seducir a una morocha con frases como: "no te preocupes, pago yo, sería poco caballero de mi parte", etc.
Esto y más servían de decorado a una jornada poética que transcurrió entre aplausos y gestos de aprobación.
Italiano arremetió con una serie de poemas suyos y de otros (Maslíah y Jobim entre tantos), con cantos gregorianos post modernos y criollos que generaban una atención particular en público y dejaba un apetecible gusto a vanguardia (tomá!).
Cierto malestar físico intentó jugarle una mala pasada a Mediza haciendo que su intervención fuera breve pero disfrutable.
Montesino cantó y recitó, casi bailó (creó), en varios idiomas y varios tonos melódicos complementándose con otro poeta de escasos centímetros de altura y poca edad que apareció de repente y que se acopló, en vaya a saber qué idioma, en una suerte de a dos voces.
Esperemos el pronto regreso de Da Silveira y la tercera jornada de Boliches en agosto.


Rodrigo Ríos