Era todo por el calor,
era poco
si hablamos de
dolor.
Era la inclemencia de lo benevolente,
el aire embotellado en
el ombligo de mi
garganta,
los silencios
y el crack inerte
de mis sentidos,
moría.
Eran días de bebida,
era expulsión de materia negra
sobre la alfombra, era vida.
Y sin más vueltas que la de una tuerca,
me estalló,
me estalló,
me implotó,
me implotó.
Eramos tal para cual, nos saciábamos
entre relojes de sangre.
Augusto Coronel
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