Preludio de deterioro

La desnudez perpleja,
ante el calor del
vestido que arropa a
tus párpados quebradizos.

Cuando no encuentres
ni a tu propia sombra
llorando lágrimas
como teclas de piano,
vas a pelar
el pellejo,
lo harás
mientras te hundes
en la danza de lo promiscuo.


Pues claro, ¿Qué importa?,
si tus lagañas grises,
arrastrándose,
despertaran a los muertos
anulando toda vida
en tu piel
de reseca seda
embadurnada
en ciego anhelo.

Pero vamos mujer,
sonríe,
¿Es que aun no te has mirado al espejo?
Mejor,
no lo hagas,
no sonrías,
ni pienses
que de algo eres útil,
en la descarada sutiliza
de este dios
sin mayúscula
que nos habita.

Augusto Coronel

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