Travesía del incrédulo

Atisbé el agua más allá

del magnífico cielo descampado,

algo indescriptible

me arrebató y me arrojó

bien lejos del alcance de mi propia sombra;

quise pronunciar palabra

fue demasiado tarde,

intenté caminar y no pude,

indómitos fuegos chamuscaron mis pies

sin embargo

deseé que el fuego alcanzara mis ojos.


En las márgenes de turbios ríos

cuyo flujo no alcancé a distinguir

(tal vez sangre, leche, aceite, lodo)

seres inverosímiles

acechaban mis pasos.


Luego fue todo estrépito

alucinación,

es probable que la muerte sea sueño

según comprobé más tarde

cuando ofrendé mi cuerpo a las bestias

que aguardaban mi sangre

tras la puerta última.


Fuí más allá,

un páramo devastado fue todo lo que ví;

la imagen final

era la sangre brotando

en unos ojos bellísimos.



Paulo Roddel

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